La casa de la presencia (fragmentos)
Octavio Paz
He escrito y escribo movido por impulsos contrarios: para penetrar en mí y para huír de mí, por amor a la vida y para vengarme de ella, por ansia de comunión y para ganarme unos centavos, para preservar el gesto de una persona amada y para conversar con un desconocido, por deseo de perfección y para desahogarme, para detener el instante y para echarlo a volar. En suma, para vivir y para sobrevivir. Por esto, porque estoy vivo todavía, escribo estas líneas. ¿Sobreviviré?
El ansia de supervivencia es, tal vez, una locura, pero es una locura ingénita, común, inextinguible.
Al escribir aposté por la más frágil y preciosa facultad humana: la memoria. Aposté no por la perduración de mi persona sino por la de unos cuantos poemas. Desde que leí la Antología griega envidié a Calímaco, Meleagro, Filodemo, Páladas, Paulo el Silenciario y otros: sobreviven gracias a un puñado de sílabas.
El ejemplo de la Antología griega me enseñó que el único y verdadero antólogo es el tiempo. Sabio y caprichoso como el viento, el tiempo parece que no sabe lo que hace y, no obstante, pocas veces se equivoca.
Los poetas han revelado que la eternidad y lo absoluto no están más allá de nuestros sentidos sino en ellos mismos.
La poesía es la memoria de los pueblos y ahora sabemos que una de sus funcionares, quizá la primordial, es precisamente la transfiguración del pasado en presencia viva. Lo que pasa en un poema, sea la caída de Troya o el abrazo precario de los amantes, está pasando siempre. El presente de la poesía es una transfiguración: el tiempo encarna en una presencia. El poema es la casa de la presencia. Tejido de palabras hechas de aire, el poema es infinitamente frágil y, no obstante, infinitamente resistente.
Cada poeta es un latido en el río del lenguaje.
Octavio Paz escribió "La casa de la presencia" en 1990, a manera de prólogo para el primer tomo de sus obras completas. Seleccionamos algunos fragmentos. Los clásicos fueron muy importantes para Octavio Paz, como lo han sido siempre para los grandes escritores. Recordemos que el título de su libro El arco y la lira, una larga reflexión acerca del lenguaje y la poesía, “viene de Heráclito y alude a la lucha de los opuestos, que la poesía convierte en armonía, ritmo e imagen”, según palabras del propio Paz.