Dafne y Apolo
Tomado de Las Metamorfosis. Versión de Luis Miguel Aguilar.
Ovidio
Fábula de Dafne y Apolo Ahora me dispongo a decir Cómo los cuerpos cambian En cuerpos diferentes. La tierra estaba enfangada Por el Diluvio Reciente. El Sol Volvió a calentarla Con su radiante amabilidad. Y la tierra Respondió con incontables Formas de vida. Algunas conocidas; otras, incluso, No deseadas por la misma tierra. Por ejemplo, la inmensa Pitón. Su cuerpo abarcaba gran parte del monte Y llenaba de terror a la nueva y recién nacida Raza de hombres. Nunca habían visto algo así. Hasta entonces Apolo había usado su arco Tan sólo para cazar venados huidizos O tímidas cabras salvajes. Ahora Casi se acabó su carcaj para matar a la serpiente. La abrumó con una mil flechas Hasta que el veneno rebosó Por todas las oscuras heridas. Apolo sabía que hasta las grandes hazañas Se olvidan si no hay algo Que refresque la memoria. Por eso el dios Estableció unos juegos sagrados Que el bautizó Juegos Pitios Por el nombre de la serpiente. En estos juegos hubo Competencias de todo tipo: luchas, pugilismo, carreras A pie, carreras a caballo, carreras de coches Tirados por caballos; los jóvenes atletas ganadores Recibían de premio Hojas de encina. (No había Laurel En esos tiempos, cualquier árbol Le servía a Febo para confeccionarse La guirnalda Que adornaba sus sienes, La corona Para sus bellos rizos profusos.) Dafne, la hija de Peneo, fue El primer amor de Febo. Tal cosa No fue atribuible al mero azar O a la mirada defectuosa Del destino, se debió todo A Cupido, implacable Luego de una afrenta. No mucho tiempo atrás, el dios de Delos Aún ebrio de gozo por su triunfo sobre la serpiente, Vio a Cupido tensando su arco Y le dijo: “Niñito maleducado, ¿qué crees Que haces con las armas de un guerrero? Un arma así es sólo para unos hombros Como los míos; para un tino Como el mío, incapaz De errar con cuanta flecha tire Para herir enemigos O bestias salvajes, como lo hice últimamente –Pero tú qué sabes– con la gruesísima Pitón: la acabé con mis flechas incontables Aunque cubría muchos acres Con sus anillos pestilentes. T+u, niñito, debes contentarte Con tus antorchas para encender El amor, o los amores De quien sea. Y no buscar elogios en asuntos Que son mi prerrogativa”. Pero el hijo de Venus contestó: “Mira, Febo: Tu arco puede atravesar todas las cosas Pero mi arco Te atravesará a ti. Y del mismo modo En que los animales son inferiores a los dioses, Tu gloria, en materia De quien tienen más alcance Es inferior a la mía”. Cupido dijo esto último cuando ya Volaba con alas ligeras por el aire Hasta posarse en la cima sombreada Del Parnaso. De su carcaj, lleno de flechas, Sacó dos dardos, dueños De distintas propiedades. Uno ahuyenta El amor; Otro enciende El amor. El que enciende el amor es dorado, y brilla Y tiene la punta afiladísima; El que ahuyenta el amor es romo, Con la punta cubierta de plomo. Con este último dardo Cupido atravesó A la ninfa, hija de Peleo; y con el otro Hirió a Apolo: el disparo le entró Por la médula de los huesos. De inmediato Febo se enamoró; y de inmediato La otro repelió cualquier palabra Referida al amor y derivados. Dafne halló su gozo en bosques apartados Y en la caza y captura de fieras. Así emulaba a Diana, la diosa virgen. Incluso con el pelo descuidado, o sujeto Tan sólo atrás de la nuca Por un simple listón. Le llovían pretendientes, pero ella Escapaba a sus ruegos para irse Por bosques intransitables Sin saber, sin importarle Nada de los hombres, y menos cosas Como amor o matrimonio o hacer pareja. Una y otra vez su padre le decía: “Hija, Quiero un yerno. “ Y repetía: “Hija, quiero nietos”. Pero ella se sonrojaba: La idea del matrimonio se le hacía Cercana al crimen. El rubor enrojecía Su hermoso rostro; echaba los brazos Al cuello del padre para implorarle: “Padre, padre querido, déjame gozar De mi virginidad para siempre. En días ya idos, esto fue lo que a Diana Le concedió su propio padre.” El padre de Dafne se rindió a la petición –“Por mí, está bien”– pero le dijo: “Tus propios encantos se interpondrán Entre tú misma y aquello que buscas. Tu sola belleza Será la derrota de aquello que deseas”. Febo se enamoró de Dafne con sólo verla. Quiso casarse con ella de inmediato. Sus propios poderes proféticos lo engañaron Diciéndole que sus deseos serían cumplibles. Lo mismo que el rastrojo liviano Arde en un campo cosechado, Lo mismo que un arbusto Se prende por el descuido De alguien que pasaba Por ahí, y acercó demasiado una antorcha O la dejó tirada Al romper el día; lo mismo el dios, de pronto Era pasto del fuego; su corazón Ardía en llamas, y él Alimentaba de esperanzas Su amor estéril. Febo miraba El pelo colgante, al descuido, sobre el cuello De Dafne, y suspiraba: “¡Y eso que no tiene El pelo arreglado!”. Febo veía Los ojos de Dafne, brillantes Como estrellas; veía Sus labios y deseaba Hacer más que sólo verlos. Alababa sus dedos, sus manos Y sus brazos que subían Casi desnudos hasta el hombro. Sobra decir lo que se imaginaba Al pensar en los encantos Ocultos de Dafne. Pero Dafne corrió, más rápida Que el aliento Del aire. No se detuvo Al oír sus palabras, Aunque Febo Insistía: “–Te lo ruego, ninfa, hija de Peneo, no huyas. Aunque te persiga, so soy tu enemigo. Detente, ninfa. Huyes como huye el cordero del lobo, o el venado Del león. Agitas tu alas como las palomas Cuando huyen del águila. Huyes de mí Como todas las criaturas huyen de su enemigo natural. Mira: no sabes cuánto temo que al perseguirte Te ocasiones una caída, y que el abrojo rasguñe Tus piernas virginales, y que yo sea el causante De que tú misma te hieras. Corres y corres por sitios Muy toscos para ti. Te lo suplico: ve menos rápido, Disminuye tu vuelo para que yo Disminuya el mío.” “–Mejor: detente un segundo para oír Qué te dice el corazón al que has encantado. No soy un campesino que viva en una cabaña del monte, No soy un pastor o un cabrero tedioso Que lleva su rebaño y su ganado por estas regiones. Niña tonta – perdón: niña mía -- : no sabes de quién huyes. No sabes: te lo aseguro: si supieras, no huirías. Yo Soy el señor de Delfos, Claros y Tenedos, y yo Mando en los reinos de Pitara. Porque yo Soy un hijo indisputable de Júpiter. Yo Puedo revelar el futuro, el presente y el pasado. Yo Hago que las cuerdas de la lira vibren de música. Yo Tengo el arco más certero (de no ser porque –y yo Lo reconozco– un arco más certero me atinó). Yo inventé el arte de la medicina, y soy reconocido (no yo: Lo dicen hombres en todo el mundo) como el Curador. Yo Sé de todas las propiedades de las hierbas. Ay, pero yo Sé ahora que no hay hierbas que curen del amor. Yo, Que ayudo a tantos, sé que nadie puede ayudarme frente a ti.”. “–Y yo” añadió Febo, pero se detuvo Porque la ninfa Asustada Había huido ya de él Y en la huida, incluso, Era un encanto verla Mientras el viento Le desnudaba los miembros Y sus soplos Le alzaban el vestido Como si también Fueran tras ella. Su pelo flotaba En la brisa ligera, y su vuelo Realzaba su belleza. Pero el joven dios no estaba ya para perder el tiempo en blanduras. El amor arreciaba sobre él Y él arreciaba sobre la ninfa. Pensemos en un perro de la Galia Cuando sigue a una liebre En el llano: cómo trata de obtenerla Con su rapidez, mientras la liebre, con su rapidez, Busca salvarse: el perro, a punto, al parecer De atrapar a su presa, espera tenerla ya A cada momento, y con el hocico alargado le roza las patas Traseras; pero La liebre, mientras no sabe Si ya la agarraron O no, Vuelve a librarse De sus fauces, Y escapa a los dientes Que casi La tocaban. Así corrían el dios y la ninfa. Apolo corría rápido por el anhelo. Dafne corría rápida por el miedo. Pero el perseguidor corría más, Porque lo empujaban las alas Del amor. Iba tras la muchacha Sin darle respiro, pisándole Los talones, y su aliento Tocaba ya las hebras De pelo dispersas en su cuello, Hasta que la fuerza abandonó a Dafne, Y Dafne se puso pálida y sintió en su cuerpo todo el peso de la huida. En eso vio las aguas del Peneo: “¡Padre!”, Gritó, “Ayúdame. Ríos: Si ustedes Tienen de veras Poderes divinos Hagan algo; Cámbienme, destruyan Esta belleza Que tan perseguible Me hace”. Aún no terminaba de emitir su ruego Cuando una pareja languidez se iba apoderando De sus miembros. La suavidad de su pecho era ya Una corteza delgada; sus cabellos eran hojas; ramas Sus brazos. Sus pies Tan veloces Ya estaban atados al suelo por lerdas Raíces. Su cara era ya la copa de un árbol. Nada quedaba de ella. Tan sólo Su encanto brillante. Era un árbol. Y aun como árbol, Febo la amó. Puso su mano sobre el tronco; el corazón De Dafne aún palpitaba Bajo la corteza. Febo Abrazo las ramas si aún fueran miembros, Besó la madera Como si aún fuera Un cuerpo. Pero el árbol, como si fuera Un árbol, o como si no lo fuera Se apartó de los besos de Febo. Entonces dijo el dios: “Ya que no puedes o quieres Ser mi esposa, serás Aunque no quieras, mi árbol. Mi pelo, mi lira, mi carcaj Llevarán siempre el laurel. Tú acompañarás a los generales distinguidos de Roma Cuando el Capitolio contemple sus largas procesiones Triunfales Y la algarabía de las voces Eleve la canción de la victoria. Tú estarás también junto a las puertas de Augusto Y las cuidarás fielmente, y vigilarás Muy de cerca la corona romana con hojas de encina. Más aún: igual que mi cabeza será joven por siempre Con los rizos que jamás habrán de marchitarse, así tú Llevarás para siempre El encanto de tus hojas.” Febo, el Curador, había dicho. El árbol de laurel Inclinó sus ramas nuevas. Y unos dicen que, al parecer Movió la copa de hojas abundante Como quien asiente Al fin Con la cabeza. |
Notas
“Llevarás para siempre el encanto de tus hojas”. El laurel es un árbol (o arbusto) perenne.
Actividades
Compara esta fábula con los siguientes versos de poemas modernos:
Piedra de Sol (fragmento)
el mundo nace cuando dos se besan,
...
amar es combatir, si dos se besan
el mundo cambia, encarnan los deseos,
el pensamiento encarna, brotan alas
en las espaldas del esclavo, el mundo
es real y tangible, el vino es vino,
el pan vuelve a saber, el agua es agua,
amar es combatir, es abrir puertas,
dejar de ser fantasma con un número
a perpetua cadena condenado
por un amo sin rostro;
el mundo cambia
si dos se miran y se reconocen,
amar es desnudarse de los nombres...
Octavio Paz
The Tree
I stood still and was a tree amid the wood,
Knowing the truth of things unseen before;
Of Daphne and the laurel bow
And that god-feasting couple old
that grew elm-oak amid the wold.
'Twas not until the gods had been
Kindly entreated, and been brought within
Unto the hearth of their heart's home
That they might do this wonder thing;
Nathless I have been a tree amid the wood
And many a new thing understood
That was rank folly to my head before.
Ezra Pound
A Girl
The tree has entered my hands,
The sap has ascended my arms,
The tree has grown in my breast -
Downward,
The branches grow out of me, like arms.
Tree you are,
Moss you are,
You are violets with wind above them.
A child - so high - you are,
And all this is folly to the world.
Ezra Pound
Piedra de Sol (fragmento)
el mundo nace cuando dos se besan,
...
amar es combatir, si dos se besan
el mundo cambia, encarnan los deseos,
el pensamiento encarna, brotan alas
en las espaldas del esclavo, el mundo
es real y tangible, el vino es vino,
el pan vuelve a saber, el agua es agua,
amar es combatir, es abrir puertas,
dejar de ser fantasma con un número
a perpetua cadena condenado
por un amo sin rostro;
el mundo cambia
si dos se miran y se reconocen,
amar es desnudarse de los nombres...
Octavio Paz
The Tree
I stood still and was a tree amid the wood,
Knowing the truth of things unseen before;
Of Daphne and the laurel bow
And that god-feasting couple old
that grew elm-oak amid the wold.
'Twas not until the gods had been
Kindly entreated, and been brought within
Unto the hearth of their heart's home
That they might do this wonder thing;
Nathless I have been a tree amid the wood
And many a new thing understood
That was rank folly to my head before.
Ezra Pound
A Girl
The tree has entered my hands,
The sap has ascended my arms,
The tree has grown in my breast -
Downward,
The branches grow out of me, like arms.
Tree you are,
Moss you are,
You are violets with wind above them.
A child - so high - you are,
And all this is folly to the world.
Ezra Pound
Preguntas
¿Cuáles son los nombres de Apolo en el poema?
¿Qué artes y disciplinas estaban bajo la tutela de Apolo?
¿Qué artes y disciplinas estaban bajo la tutela de Apolo?