Cualidades de las personas cultas
Antón Chéjov
Carta de Chéjov a su hermano Nikolai, escrita en 1886.
Querido hermano, tú sólo tienes un defecto. Y la falsedad de tu posición, y tu infelicidad y tu catarro y tus problemas estomacales se deben a ello. Tal defecto es tu completa falta de cultura. Perdona que te diga esto, por favor, pero veritas magis amicitiae (1)... Mira, la vida tiene sus condiciones. Para que uno se sienta cómodo entre personas educadas, para sentirse en casa y alegre entre ellas, uno tiene que poseer un cierto grado de cultura. Tu talento te ha llevado a entrar en contacto con personas cultas, así que tú perteneces a ellas, pero... a la vez, te apartas, y vacilas entre pasar tu tiempo con ellas o pasarlo con los inquilinos con que te topas cara a cara.
En mi opinión, las personas cultas satisfacen las siguientes condiciones:
Respetan la personalidad humana, y por lo tanto son siempre amables, gentiles, corteses, y están listos para ceder ante los demás. Nunca arman un escándalo por un martillo o por una pieza de hule que han extraviado. Si viven con alguien no lo consideran un favor que ellos hacen al otro, y si dejan de vivir con esa persona nunca le dirán “nadie puede vivir contigo”. Perdonan el ruido y la carne fría y reseca, y los comentarios críticos y la presencia de extraños en su casa.
Tienen simpatía no sólo por los mendigos y los gatos. Su corazón se conmueve aunque no puedan ver con sus propios ojos... Se desvelan por ayudar a alguien, por pagar la universidad de sus hermanos, y por comprar ropa para sus madres.
Respetan la propiedad de otros y por lo tanto pagan sus deudas.
Son sinceros, y temen a la mentira como al fuego. No dicen mentiritas, ni siquiera las más pequeñas. Mentir es insultar a la persona que escucha, y colocarla en una posición inferior respecto de quien miente. No son presumidas. Se comportan en la calle como lo harían en su casa, no se vanaglorian frente a sus colegas menos exitosos. No se inclinan al chisme ni obligan a otros a escuchar sus confidencias. Por respeto a las demás personas, pasan más tiempo en silencio que hablando.
No hablan mal de sí mismos ni exageran sus desgracias para que otros se compadezcan. No juegan con los sentimientos de otras personas para poder lucir compasivos o sensibles. No se jactan de ser incomprendidos o devaluados por los demás, ya que este tipo de comentarios son de efecto vulgar, barato y rancio.
No son vanidosos ni superficiales. No les importan los diamantes falsos como conocer celebridades, estrechar la mano de Fulano mientras escucha los arrebatados comentarios de un fanático, o ser bien conocido en las tabernas... Si ganaron unos cuantos centavos, no andan por ahí luciéndose como si hubiesen ganado miles de rublos.
Jamás presumen de que son admitidos en lugares donde los demás no pueden entrar.
Los verdaderamente talentosos siempre se mantienen en la oscuridad, entre la multitud, tan lejos como sea posible de la publicidad. Cualquier persona sabe que un barril vacío tiene más eco y hace más ruido que un barril lleno.
Si tienen un talento propio, lo respetan. Le sacrifican horas de descanso, mujeres, vino, vanidad.
Desarrollan un sentido estético en todos los ámbitos de su propia vida: no pueden irse a la cama con su ropa del día, ni ver grietas llenas de insectos en las paredes, ni respirar aire contaminado, ni caminar por donde la gente escupe, ni calentar su comida en una estufa de aceite.
Buscan hasta donde les es posible refrenar y ennoblecer su instinto sexual... Lo que quieren de una mujer es más que una compañera de cama. No esperan que sea tan lista que pueda pasársela engatusando a todo mundo. Quieren, especialmente si son artistas, frescura, elegancia, humanidad, y sentido maternal.
No se la pasan bebiendo vodka a todas horas del día y de la noche. No hacen ruidos al inhalar porque no son cerdos y saben que no lo son. Beben solamente cuando no tienen compromisos, de vez en cuando. Quieren mens sana in corpore sano.
Y más cosas por el estilo: así son las personas cultas. Para ser culto y no quedar debajo del nivel de lo que te rodea, no es suficiente con haber leído Los papeles póstumos del Club Pickwick, ni con aprenderse un monólogo del Fausto...
Lo que se necesita es trabajo constante, día y noche, lecturas constantes, estudio, fuerza de voluntad, carácter... Cada hora es valiosa para ello. Así que acércate más a nosotros, tira la botella de vodka, recuéstate y ponte a leer.
Deshazte de tu vanidad, no eres un niño... ya casi vas a cumplir treinta años. ¡Ya es hora!
(1) Veritas magis amicitiae: A mayor verdad, mayor amistad.